Hace unos años Audi comenzó a promover la venta de algunos sistemas que pueden modificar el comportamiento del auto, así como otros elementos que mejoran el nivel de equipamiento por un periodo de tiempo. Todo esto, lo puede hacer el propietario del vehículo mediante una aplicación preinstalada en su teléfono celular.
Poco tiempo después, BMW se unió a la oferta y con sus vehículos que actúan como plataformas digitales, también empezó a ofrecer servicios conexos, mediante una sencilla actualización del software que se realiza de manera remota.
Sistemas como el Active Cruise Control (ACC), BMW Driver Recorder, BMW IconicSounds Sport, Adaptive M Suspension y hasta la calefacción de las sillas, entre otros, se pueden pedir “a la carta” con unos pocos clics desde el celular y, obviamente, con la inscripción de una tarjeta de crédito. Tal y como sucede con cualquier servicio de entretenimiento como Netflix y Game Pass, por citar algunos ejemplos, que se paga mensualmente por tenerlos. Y para ‘degustar’ lo que se está comprando, existe un mes gratuito de prueba.
Sin embargo, Mercedes-Benz ha ido más allá. Algunos de los nuevos eléctricos de las series EQE y EQS permiten sacarle todo el jugo a la maquinaria pagando una ‘cómoda’ suscripción mensual. Hasta el momento ese servicio solo lo está disponible en Estados Unidos, ya que en Europa por temas legales no ha sido posible.
EJEMPLOS
Algunos propietarios de vehículos de alta gama pueden comprar aditamentos adicionales que permiten modificar el comportamiento de su vehículo. Por 1.200 dólares anuales ($5.760.000) el EQE 350 4Matic suma 56 caballos más a la potencia original. Es decir, puede pasar de 292 CV a 348 CV. En el caso del EQS 450 4Matic se puede comprar unos equinos de más y aumentar la potencia a los 442 CV desde 355 CV.
EL FUTURO PRÓXIMO
Analistas del sector coinciden que los carros eléctricos premium serán plataformas equipadas con todos los sistemas, cámaras y sensores y que serán casi que modelos únicos. Lo que hará la diferencia es la cantidad de servicios de seguridad, potencia e infoentretenimiento que cada cliente decida pagar por aparte. Eso incluirá detalles tuning como luces de neón, pantallas con software más versátiles y hasta sistemas de realidad aumentada, por ejemplo: cuando el carro pasa por un restaurante, se puede proyectar en la pantalla del carro el menú y los precios de dicho restaurante. Al poderse mantener “actualizado” se cree que a la postre el cliente ganará y su carro se devaluará menos.
EL TUNNING DEL PASADO
Para modificar un carro normalmente se necesitaba tomar tres caminos, ya sea individualmente o en conjunto:
Apariencia estética. Pintura, calcomanías, deflectores, exploradoras forman parte del ‘detailing’ que va más allá de lo estético y suma temas de seguridad como luces más potentes, cámaras y llantas con más caucho, entre otros gadgets.
Car audio: abarca todo lo que incluye sonido sobre ruedas, además de multimedia. En ambos caminos se suele perder la garantía y se debe hacer en lugares muy especializados no va y el carro termine echando humo, sobre todo por temas de electricidad.
Rendimiento: el más complicado, porque sencillamente hay que meterle mano al motor. Lo básico incluye, para comenzar, filtro y bujías de alto rendimiento, cables de alta racing, cepillar la culata y montar unas válvulas de aleación. Algunos carros con inyección electrónica permiten montarle un chip, o modificarle la computadora para que aumente el paso de gasolina. Sobra decir que todo debe ser realizado por expertos.